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A partir de dicho mes entrará en vigor una restricción que fue aprobada por las autoridades chinas en el pasado 31 de diciembre. Una restricción que afectará a 24 tipos distintos de residuos, por ejemplo, plásticos, papel y material textil.

El Departamento de Medio Ambiente chino busca que esta restricción le ayude a disminuir los niveles de contaminación que sacuden a este país. Pero más allá de esto va a afectar al resto del mundo, ya que desde hace décadas muchos países occidentales han venido exportando sus desechos para que fueran reciclados o reutilizados allí.

Sucedió hace unos 30 años: China comenzó a mostrar un gran interés por la importación de basura para conseguir materiales para su industria. Sin embargo, muchos de estos residuos no tenían suficiente calidad y han seguido amontonándose como basura en lugar de pasar por un proceso de reciclaje.

La restricción que va a ponerse en marcha exige unos niveles muy altos de pureza de los materiales. Unos porcentajes que no son rentables para la industria del reciclaje en Occidente. Por lo tanto la mayoría de países van a tener que buscar otros destinos para la exportación de sus residuos. Es el caso de Japón, EEUU, Tailandia, Alemania o España, que exportan cientos de miles de toneladas de residuos plásticos anuales a China.

En el caso de España, China es hoy por hoy el primer país al que España exporta sus residuos plásticos, seguido a mucha distancia por Italia, Vietnam o Malasia.

Desde la FER (Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje) aseguran que la nueva legislación china va a suponer un cambio notable de muy complicada solución, ya que China apenas ha dejado margen de acción para que los países y sus empresas busquen alternativas. Por eso, Alicia García-Franco, directora general de la FER, reconoce que no se vislumbra solución para este problema a corto plazo. Aunque puedan exportarse los residuos a otros países como la India, probablemente se incrementarán los niveles de exigencia de pureza de los materiales.

Así pues, la solución a largo plazo pasa por el desarrollo de nuevas tecnologías que nos permitan desarrollar unas calidades en los plásticos que permitan su exportación o que sean reutilizables dentro del propio país. En cualquier caso, habría que encontrar una solución en un periodo de dos años, que es el plazo que la legislación española marca para el almacenamiento de residuos plásticos por parte de nuestras empresas.

Desde la perspectiva del Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente español, el veto chino va a suponer una oportunidad para favorecer la economía circular y el tratamiento de residuos en España, con lo que se estimulará también la creación de puestos de trabajo.