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Sin embargo, los seres humanos hemos adoptado una economía lineal (producir, usar y tirar), que ha sido la imperante durante muchos años. Nuestro teléfono se queda viejo o se estropea, lo tiramos y compramos otro; lo mismo con tantas otras cosas, con las que consumimos recursos naturales y, frecuentemente, originamos productos tóxicos que dañan el Medio Ambiente.

Frente a este modelo insostenible a largo plazo, ¿por qué no adoptar el modelo natural que se ha comprobado que funciona? La economía circular propugna un modelo de bucle cerrado, que es el propio de la naturaleza, en el que la basura no se considera un desecho, sino que forma parte de una cadena de reciclaje.  Un modelo de reutilización, reciclaje y renovación en el que los productos y componentes están diseñados para su regeneración.

En este tipo de economía todo material es susceptible de ser reciclado. Todo objeto puede sufrir esa transformación que lo convierta en una nueva materia prima reutilizable. En este modelo, nuestros residuos constituyen un capital en lugar de ser considerados inservibles. Con el replanteamiento y el rediseño ecológico de los productos somos capaces de crear materiales seguros y biodegradables que permiten producir otros productos nuevos.

Respecto a los materiales no biodegradables, como las lavadoras, teléfonos móviles y otros electrodomésticos, se plantea otro tipo de reciclaje que permite mantener las propiedades de sus materiales y tener utilidad más allá de la vida útil del producto. Es decir, los productos que disfrutamos hoy en día se convierten en los recursos del mañana.

En este modelo todo se repara hasta el infinito, la idea no está centrada en el consumo, sino en la utilización temporal de productos y servicios. No fomenta la adquisición de bienes, sino su uso de manera racional, ahorrando recursos y trabajando con conciencia medioambiental. Es un modelo en el que la obsolescencia programada no tiene cabida.

El objetivo de la economía circular es conseguir aunar el ciclo biológico y el ciclo técnico. Si se pudieran diseñar los productos para cumplir su ciclo volviendo a las manos de sus creadores, reutilizando los materiales técnicos y reciclando los biológicos, y si estos productos fueran fabricados y transportados utilizando energías renovables, conseguiríamos un modelo sostenible y próspero a largo plazo.

Hoy en día ya son bastantes las empresas que están adoptando este modelo. Y parece que repensar y rediseñar nuestro futuro puede marcar la tendencia para los próximos años. Lo ideal sería que todas las empresas de nuestro entorno adoptaran el modelo circular y que, de forma creativa e innovadora, se unieran en torno a un objetivo común. Ese es largo camino que queda por recorrer.