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Todo este panorama nos aboca irremediablemente a la cuestión del desafío medioambiental que supone toda esta ingente fabricación de pilas y baterías y la cantidad de residuos que generan.

Hoy en día se intenta concienciar a la población y a las empresas para que reciclen sus pilas y baterías usadas, tanto las domésticas como las industriales. Hay muchos establecimientos que ofrecen este servicio que hasta hace unos años no estaba al alcance directo del ciudadano de a pie. Incluso han llegado hasta nosotros las campañas institucionales al respecto, aunque todavía quede mucho trabajo por hacer para modificar hábitos de reciclaje poco adecuados.  La recogida separada y el reciclaje de estos materiales nos permite, por un lado, la protección medioambiental ante unos residuos que, si no se reciclan, pueden dañarnos a nosotros y a nuestro entorno, ya que su composición exige tratamiento técnico avanzado y especializado; por otro lado, al reutilizar materias primas mediante esta cadena de reciclaje consumimos menos recursos naturales y energéticos, que, como sabemos, son finitos.

En la industria europea, y también la española, también está calando el mensaje. Por ello, cada vez más trabaja en la reducción de las sustancias contaminantes a la hora de fabricar estos artilugios tan útiles. En este sentido se han ido eliminando de los componentes de las pilas sustancias como el mercurio y el cadmio. Gracias a ello, una sola pila ya no resulta peligrosa; aunque sí una alta concentración de ellas. No obstante, si las baterías y pilas no se reciclan, suponen un alto desperdicio de recursos.

Ahora mismo, de cada pila que utilizamos habitualmente, se reaprovechan entre un 55 y un 75% de las materias primas. Los materiales que más se recuperan son el hierro y el zinc, que vuelven a la industria metalúrgica y, en menor medida, determinadas aleaciones de metales.

Si la industria está demostrando un esfuerzo, los ciudadanos no se están quedando atrás. Actualmente, los españoles estamos recogiendo en torno al 25% de las pilas que los fabricantes sacan al mercado anualmente. Puede parecer insuficiente y, de hecho, lo es, pero la cifra está por encima del objetivo obligatorio del 25% que establece la normativa europea de gestión de este tipo de residuos. España ocupa el sexto puesto en reciclaje de pilas y baterías dentro de la Unión Europea. Por delante de nosotros, Bélgica, Rumanía, Holanda, Alemania y Dinamarca, que nos marcan el camino a seguir, ya que tienen una cultura del reciclaje mucho más arraigada. Es obvio que queda mucho por hacer pero estamos en el camino.