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La chatarra electrónica es un problema grave que ya afecta a todo el mundo. En una era tecnológica de rápido desarrollo, los desechos eléctricos y electrónicos se acumulan más rápido que nunca, pero su riesgo contaminante también se mantiene.

Por ese motivo, tan importante es reciclar como reducir la chatarra electrónica, con el fin de evitar las terribles consecuencias que estos residuos generan en el medio ambiente.

¿Por qué es importante reducir la chatarra electrónica?

La chatarra electrónica se enmarca dentro de los residuos de aparatos eléctricos (RAEE) y tiene una regulación propia que deben seguir particulares y, sobre todo, empresas e industrias.

El motivo de que siga una normativa tan específica es que estos desechos cuentan con materiales en su fabricación muy contaminantes para el medio ambiente.

En un proceso de descomposición natural y, sobre todo, en un entorno no controlado, sus efectos nocivos afectarían a la atmósfera, el suelo, el agua y a todos los seres vivos de la zona.

Además, la cantidad creciente de estos desechos motiva a una solución rápida y efectiva. Los aparatos y dispositivos electrónicos son cada vez más numerosos y su sustitución muchas veces se produce antes de que su funcionalidad se vea afectada, por motivo del consumismo y la búsqueda de una actualización tecnológica menos eficiente de lo que puede parecer.

¿Cómo podemos reducir la basura electrónica en empresas e industrias?

El reciclaje de basura tecnológica es la mejor opción para tratar estos residuos. Los particulares deben llevar estos desechos a puntos limpios o bien depositarlos en espacios indicados para ello, existentes en algunos lugares públicos, comercios y centros comerciales.

Las empresas y las industrias, en cambio, no pueden llevarlo simplemente a un punto limpio. Tienen que contratar un servicio de recogida específico de este tipo de residuos a compañías especializadas.

Por descontado, todas estas acciones sirven para prevenir en la medida de lo posible los efectos nocivos de la chatarra electrónica sin un tratamiento efectivo. Sin embargo, reciclar no es la única solución, sino que también podemos adoptar medidas con las que reducir su generación.

La primera de ellas consiste en la reutilización. Muchos aparatos electrónicos pueden ser mucho más útiles si son aplicados a otras funciones, más allá de aquellas para las que fueron fabricados. Solamente hay que replantearse el uso que se le da a estos aparatos, para comprobar que pueden servir para muchos otros fines.

Es también aconsejable frenar la actualización desorbitada de tecnología, si no es estrictamente necesario para un trabajo competitivo. Muchos aparatos electrónicos se desechan por la compra de un modelo de nueva generación, pese a que siguen siendo totalmente funcionales.

Si evitamos esta inversión no solamente reduciremos residuos de chatarra electrónica, sino que además conseguiremos frenar los gastos de la empresa, sin perder por ello rentabilidad o competitividad.

La donación o el mercado de segunda mano para aquellos aparatos electrónicos todavía funcionales es otra alternativa recomendable, frente a desecharlos totalmente. Así no solamente reducimos la cantidad de residuos, sino que también podemos facilitar a otras empresas y usuarios el aprovechamiento de estos dispositivos.