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En principio puede sonar extraño, pero una envoltura comestible y biodegradable para el envase representa una alternativa sostenible que permite ahorrar residuos, y que podría resultar  ideal para reducir la cantidad de basura de plástico. Algo que en la actualidad representa uno de los grandes problemas medioambientales, con el problema de los vertederos y la contaminación de los mares y océanos.

La mayoría de las botellas de agua se fabrican con PET, plástico derivado del petróleo. En Estados Unidos el 86% de botellas de plástico usadas se convierten finalmente en basura. La incineración de estas botellas tiene efectos tóxicos y las que son enterradas pueden tardar 1.000 años en biodegradarse.

Ohoo es el nombre que recibe una burbuja hecha de algas y cloruro cálcico, comestible, que puede ser producida a muy bajo coste, tan solo dos céntimos. Es un recipiente comestible capaz de contener agua. Cubre la necesidad de buscar una alternativa para el despilfarro y el perjuicio para el Medio Ambiente que supone el usar y tirar de millones de botellas de plástico que se utilizan a diario para el consumo del agua, que en su gran mayoría no se reciclan y pasan a ser material contaminante.

Este recipiente contiene agua en una doble membrana, que utiliza la técnica llamada de la “esferificación” para dar forma a los líquidos dentro de las esferas, a fin de conseguir encapsular los alimentos con texturas de gelatina.

Ohoo ha sido desarrollada por la startup Skipping Rocks Labs. Puede ser consumida del todo o se puede desechar la membrana exterior y perforar la interior para beber el agua. Si se opta por esta segunda opción las dos capas se biodegradarán en un plazo de un mes a seis semanas.

El diseño de este artilugio ganó el segundo premio anual del Lexus Design Awards 2014.7

El experto Sean Coary, especialista en el comportamiento del consumidor de la Universidad de St. Joseph en Filadelfia, Pennsylvania, afirma que las soluciones para avanzar hacia un mundo mejor tienden hoy en día hacia la sostenibilidad y pasan por la necesidad de que el consumidor sea parte de la experiencia. De esta forma podemos avanzar hacia una vida más responsable desde el punto de vista medioambiental.

Siguiendo con la idea de Coary, para una persona mínimamente concienciada con la sostenibilidad, comerse el envase y no generar ningún tipo de residuo hace que el consumidor se sienta parte de una solución que, por otra parte, la humanidad necesita. Hay que destacar también el factor de la comodidad que aporta una solución así.

Así pues, los científicos de todo el mundo piensan en alternativas de este tipo para solucionar la problemática que suponen los residuos plásticos y el reciclaje de envases. Sin embargo, aseguran los expertos que esta posibilidad tardará en abrirse camino, que antes de ser acogida por un público masivo todavía deberá superar muchas pruebas de marketing.