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Se ha desarrollado a partir de una iniciativa de la consultoría medioambiental Dríade Soluciones Medioambientales y el Instituto Mediterráneo para el Desarrollo Sostenible (IMEDES) que ha contado con el soporte científico de la Cátedra UNESCO de Ciclo de Vida y Cambio Climático ESCI-UPF. La cátedra es la encargada de realizar una revisión externa de cada una de las evaluaciones que se realicen, velando por la correcta aplicación de los criterios que se recogen en los procedimientos del sello.

Para conseguir este sello las empresas las empresas pasan por una serie de tres fases para la obtención del sello: análisis y propuesta de mejoras, evaluación, revisión y certificación y la obtención del sello de reciclabilidad.

En la segunda fase se someten a una evaluación en la que se valoran las diferentes características que presentan los envases, tales como el color, materiales que lo componen, dimensiones, adhesivos, entre otras), así como las tecnologías disponibles para proceder a su reciclado.

El criterio de evaluación sigue los requisitos mínimos establecidos por la Norma UNE EN 13430 “Requisitos para envases y embalajes recuperables mediante reciclado de materiales”.

Cualquiera de las características citadas puede suponer una interferencia en las fases e recogida, selección y reciclado del residuo y afectar a su porcentaje de reciclabilidad. Por ello es necesario establecer mecanismos de cuantificación y mejora y que todos los implicados en la cadena de envasado tengan presentes los criterios que aseguran su reciclaje.

De esta forma, el sello mostrará el porcentaje de material de envase disponible para su reciclado y tendrá una validez de dos años.

Una vez cumplido este periodo será necesaria una nueva evaluación, aunque el envase no haya cambiado, ya que son los procesos de reciclaje los que pueden haber evolucionado favoreciendo o entorpeciendo su grado de reciclabilidad.

Por otro lado, si se producen variaciones cualitativas o cuantitativas en lo referente a la composición de los envases, esto comporta una inhabilitación de su uso y la necesidad de una nueva evaluación que certifique su utilización.

Como extra a la evaluación que pasan las empresas para obtener este sello, además se les ofrece información útil acerca de las interferencias que la composición de sus envases provoca en los procesos de reciclado y también propuestas para optimizar la reciclabilidad de sus productos.

El uso de este sello no es obligatorio para las empresas. Sin embargo, gracias a su obtención pueden poner de manifiesto sus compromisos medioambientales en materia de reciclabilidad de envases. Además, una vez realizada la evaluación no es obligatorio incorporar el sello al envase, sino que es cada empresa la que decide hacerlo o no.