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Los metales no férricos son aquellos metales, así como también algunas aleaciones, que no contienen hierro entre sus componentes o que, de contenerlo, es en porcentajes demasiado pequeños como para ser apreciables.

Entre los metales no ferrosos más importantes identificamos los siguientes:

  • Aluminio
  • Cobre
  • Plomo
  • Níquel
  • Estaño
  • Titanio
  • Zinc

Hay muchos metales preciosos y metales exóticos que también entran dentro de la categoría de metales no férricos:

  • Berilio
  • Bismuto
  • Cobalto
  • Mercurio
  • Oro
  • Plata
  • Platino
  • Tungsteno

Incluso algunas aleaciones como el latón, también entran dentro de la categoría de «no férricos».

Propiedades de los metales no ferrosos

Lo cierto es que cada metal no ferroso presenta unas propiedades tan diferenciales, que habría que analizarlos uno a uno. Pese a ello sí que podemos identificar algunas generales que comparten la mayoría de ellos.

Por ejemplo, normalmente tienen menor resistencia a la tensión y durabilidad que aquellos metales que sí son considerados ferrosos. En cambio, son mucho más resistentes a la corrosión.

En el mercado uno de los principales problemas que presentan casi todos ellos es la dificultad de extracción. Sin embargo, nuevas técnicas en el sector han conseguido reducir considerablemente estos costes, lo que ha aumentado mucho en estos últimos años su demanda.

En cualquier caso, el reciclaje de los metales no ferrosos sigue en auge, pues sigue siendo más económico aprovechar las propiedades de metales ya usados, que tener que extraerlos, transportarlos y tratarlos desde la materia prima original.

Reciclaje de los metales no ferrosos

El reciclaje de metales no ferrosos se inicia con el proceso de clasificación, sobre todo para diferenciar los que son férricos de los que no.

En el caso de los no férricos, estos metales son diferenciados también principalmente en 3 clases:

  • Metales pesados: Que tienen una densidad igual o superior a 5 Kg/dm cúbico. El estaño, el plomo, el zinc, el cobre o el níquel entran dentro de esta categoría.
  • Metales ligeros: Que tienen una densidad de entre 2 y 5 Kg/dm cúbico. El aluminio y el titanio son los dos metales más característicos en esta clasificación.
  • Metales ultraligeros: Que tienen una densidad por debajo de los 2 Kg/dm cúbico. El magnesio y el berilio son dos metales conocidos por su clasificación como ultraligeros.

Tras haber realizado una correcta clasificación de los residuos de metales no ferrosos, el proceso de reciclaje prosigue con el cizallado y el embalaje, tras someterlos a una compactación, con la que es mucho más fácil transportarlos.

En la fase de fundición, se llevan los metales no ferrosos recuperados a altos hornos, donde se convierten en lingotes y, más tarde, en planchas de metal o en tubos, según las necesidades que se tengan con ellos.

La mayoría de metales no ferrosos que pasan por este proceso de reciclaje, no pierden sus propiedades y se pueden reciclar infinitas veces. Estas ventajas favorecen que su reciclaje se mantenga con el paso de los años y que sigan aprovechándose en muchas aplicaciones.