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La incorporación de lámparas LEDs sigue en aumento y esto implica una mayor producción que lleva asociado un mayor desecho de las mismas y de sus componentes.

Los LEDs son más eficientes que las lámparas tradicionales desde el punto de vista energético. Hay que señalar que, frente a las lámparas fluorescentes, no contienen mercurio. Sin embargo, los residuos derivados de la utilización del LEDs no están exentos de huella ecológica.

Para disminuir dicha huella, en una producción que hoy en día asciende a millones y millones de unidades en todo el mundo, hay que tener en cuenta diversos factores para plantear su reciclaje de una forma adecuada.

El 95% de los componentes que incluye una luminaria LED son potencialmente reciclables. Sin embargo, su composición global es bastante compleja y esto dificulta su procesamiento y reciclaje.

A grandes rasgos, en la composición del LED intervienen el aluminio para el disipador de calor, los conectores de plástico y la electrónica del driver, el vidrio de la óptica, el chip, el socket y la placa de contacto.

No obstante, el módulo LED es el que dificulta de forma particular su reciclaje, ya que contiene una enorme diversidad de elementos en cantidades mínimas pero que resultan de importancia fundamental para su funcionamiento (alrededor de 20-25 mg de Itrio; entre 8 y 12 mg de Lutecio; 1 mg de Cerio y 2 mg de Europio. Todos estos son elementos raros usados en la electrónica).

Por otra parte, los componentes del LED pueden variar dependiendo de su fabricación. En la matriz del LED se encuentran metales raros en pequeñas proporciones, como el nitruro de galio o el nitruro de galio-indio. Por su parte, los diodos pueden contener pequeñas cantidades de hilo de oro, plata, estaño, níquel, silicon, titanio, germanio, etc.

Hoy en día el reciclaje de estos metales raros como el galio, germanio o indio resulta especialmente costoso. Mientras que el aluminio, el plástico o el vidrio no presentan mayores problemas, estos elementos dificultan el reciclaje del LED por las pequeñas concentraciones en las que se presentan y por estar acompañados de otros compuestos.

Hay que tener presente que, aunque se trate de cantidades mínimas, una producción de miles de millones de luminarias representa toneladas de metales raros como los citados.

Aunque los LEDs tienen como característica su larga vida, muchas veces son desechados antes de tiempo. Por otro lado, una mayor demanda ha provocado que la calidad de algunos productores haya decaído para disminuir precios y ser más competitivos. Esto provoca un acortamiento de la vida de los LEDs y por lo tanto un aprovechamiento insuficiente de estos materiales.

A largo plazo, si los LEDs se mantienen o crecen como tecnología de iluminación van a tener que hacer un uso razonado y limitado de esos metales raros.