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El estudio se ha titulado ‘Agujero tóxico: reciclaje de desechos peligrosos en nuevos productos‘ y ha sido desarrollado por Arnika, HEAL e IPEN. Se recogieron 430 muestras entre abril y julio de 2018 en la mayoría de países europeos, incluido España.

Los tóxicos que ha localizado esta investigación se dividen en dos tipos de sustancias ignífugas y retardantes de llama. Los dos tipos son disruptoras endocrinas directamente relacionadas con el mal funcionamiento de la glándula tiroides, con los daños neurológicos y con los llamados déficits de atención infantil.

Por un lado, han encontrado el polibromo difenil éteres(PBDE por sus siglas en inglés), que hace años se utilizaba en cubiertas y comoo aislante de cables de electrónica; y por otro, el hexabromo ciclododecano (HBCD), que se emplea en espumas de poliestireno y plásticos que se usan en electrónica y automóviles.

Se ha procedido a analizar 109 juguetes, accesorios para el cabello y utensislios de cocina comprados en diferentes países de Europa. De acuerdo con los resultados el 98 de las muestras contiene polibromo difenil éteres y el 80% hexabromo ciclodocecano.

Concretamente en España, la organización Ecologistas en Acción tomó muestras de tres juguetes y tres accesorios para el pelo. Todos los casos presentaron polibromo difenil éteres (PDBE) en concentraciones importantes. Cinco de los objetos investigados contenían hexabromo ciclodocecano (HBCD).

La legislación europea establece una limitación para a cantidad de PBDE que puede utilizarse en productos para su comercialización. Si se trata de plástico de nueva fabricación, el límite estipulado es 10 ppm (partes por millón), para la sume de los polibromo difenil éteres. Sin embargo, si se trata de plástico reciclado la limitación asciende de forma vertiginosa hasta los 1.000 ppm.

La verdad es que los productos que se han analizado en España no superan los límites establecidos para el plástico reciclado. Sin embargo, los resultados demuestran una incongruencia en el hecho de permitir una cantidad de tóxicos 100 veces mayor en plástico reciclado y la inseguridad que provoca en el consumidor. La cuestión es que cuando uno compra un producto de plástico, en principio desconoce si el plástico es nuevo o reciclado, de manera que no puede saber cuántos disruptores endocrinos puede contener.

El estudio plantea que existe un vacío legal que permite esta diferencia excesiva de retardantes de llama entre plásticos nuevos y reciclados. Y concluye que la forma adecuada de proteger la salud de las personas frente a esas amenazas tóxicas es cerrar ese vacío legal y eliminar al máximo las sustancias tóxicas del ciclo del reciclado de plástico.

Los resultados muestran que los retardantes de llama de la basura electrónica vuelven a los productos de plástico reciclado, incluso aquellos que han sido prohibidos, por excesiva persistencia y toxicidad, por la Convención de Estocolmo.