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En cuanto al aceite industrial, como el que se utiliza en los coches o en la maquinaria pesada, provoca unos efectos todavía más devastadores para el agua, el aire y la tierra. Se estima que dos litros de este tipo de aceite son suficientes para contaminar el agua de una piscina olímpica. Por otro lado, 5 litros de aceite quemados en una estufa son capaces de contaminar la cantidad de aire respirada por un ser humano durante 3 años. Es un residuo rico en metales pesados, circunstancia que lo hace peligroso también contra la fertilidad de los suelos, ya que altera su actividad biológica y química. Un litro de aceite usado puede contaminar una superficie equivalente a la de un campo de fútbol.

El adecuado reciclaje del aceite puede evitar estos efectos contaminantes. De unos años a esta parte, han surgido entidades gestionan el aceite usado y diferentes instituciones y organismos han puesto en marcha campañas de concienciación al respecto.

Los ciudadanos deberían saber que cada litro de aceite de cocina usado reciclado permite obtener un litro de biocombustible para motores diesel, aportando un doble beneficio: evita el impacto medioambiental y representa una alternativa a la utilización de combustibles fósiles. En realidad, un alto porcentaje de este residuo se transforma en biocombustible para motores diesel mientras que el resto se emplea en las industrias químicas, cosméticas y farmacéuticas, contribuyendo a la fabricación de jabones, abonos, pinturas, cremas, detergentes, etc.

Por su parte, el 70% del aceite industrial se recupera para obtener nuevas bases lubricantes y el 30% restante se aprovecha como combustible industrial. Su reciclaje supone un gran ahorro de materias primas, ya que con 3 litros de aceite usado pueden conseguirse 2 litros de aceite nuevo mientras que para obtener la misma cantidad a partir del petróleo se necesitan 140 litros.

La mayoría de los ayuntamientos han implantado lugares de recogida de aceite usado en sus municipios, aunque todavía no han conseguido que sea una costumbre demasiado extendida, falta todavía concienciación popular. Poco a poco va imponiéndose el contenedor naranja, el que se dedica al reciclaje de aceite usado doméstico, es decir, el aceite de cocina que se desecha tras varios usos. En el futuro reciclar este residuo será tan cotidiano como hacerlo con el cartón o el vidrio.

Para proceder a este tipo de reciclaje, los consumidores deben guardar el aceite en recipientes cerrados antes de depositarlos. Se puede reciclar el aceite utilizado para cocinar fritos, grasas, asados, alimentos enlatados, manteca de cerdo, grasas caducadas… En ningún caso se deben depositar en estos contenedores aceites industriales, procedentes de motores o de base de petróleo. La legislación vigente obliga a las empresas fabricantes a hacerse cargo de su reciclaje. Para ello se puso en marcha una entidad sin ánimo de lucro, llamada Sigaus, que se encarga de velar por el cumplimiento de las obligaciones de la normativa vigente en materia de gestión de aceites industriales usados. En 2014, gracias a esta entidad, se recuperaron y valorizaron 126.089 toneladas de aceite usado que, después de su tratamiento, han evitado la emisión de miles de toneladas de CO2, equivalentes a la absorción de un bosque de 500 kilómetros cuadrados.