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Los residuos líquidos también tienen su importancia en la contaminación del medio ambiente. Es necesario un tratamiento específico y recomendable, una gestión adecuada desde los hogares y la industria, para minimizar sus posibles efectos en el entorno.

¿Qué son los residuos líquidos y como se clasifican?

Podemos identificar a los residuos líquidos como todos aquellos residuos en estado líquido, que derivan de la combinación de agua con otros productos y procedentes de distintos orígenes.

El término más utilizado para referirse a ellos es el de aguas residuales, precisamente por la combinación de este producto con agua.

No obstante, también entran dentro de esta categoría los residuos líquidos peligrosos que pueden proceder de otros orígenes, como por ejemplo aquellos que están presentes en un vehículo a la hora de su desguace (gasolina, líquido de frenos, aceites).

La clasificación de residuos líquidos se realiza en base a su origen:

  • Domésticos
  • Industriales
  • Agropecuarios
  • Municipales

Pero también podemos distinguirlos entre aquellos que son peligrosos para el medio ambiente y los que no son peligrosos, es decir, que no representan riesgo para la salud o el entorno.

¿Cómo funciona una planta de tratamiento de residuos líquidos?

Una planta de tratamiento de residuos líquidos tiene como objetivo reducir la contaminación del agua que recoge e intentar darle una segunda vida útil como agua sin contaminar, aunque no potable.

En primer lugar, almacena el agua en un tanque de sedimentación. En este tanque se procede a eliminar la mayor parte de partículas orgánicas, así como de desechos que pueden estar presentes.

Tras esta etapa, conseguimos un agua clara que pasa a una segunda fase de tratamiento, en la que se elimina más materia orgánica restante.

A continuación, se almacena el agua resultante para un tratamiento final de la materia orgánica, que es más difícil de eliminar en este estado líquido. El agua consigue finalmente desinfectarse y depurarse para ser útil en otras aplicaciones como riego, extinción de incendios, lavado de vehículos, etc.

La última fase de una planta de tratamiento de residuos líquidos consiste en extraer el agua ya tratada para que pueda ser derivada a distintas ubicaciones, donde se pueda aprovechar.

Reduce los residuos líquidos domésticos

El tratamiento de aguas residuales tiene como objetivo minimizar el impacto de los residuos líquidos sobre el medio ambiente.

Pero desde el propio hogar también podemos aportar nuestro granito de arena, para que este impacto no sea tan notable o que la cantidad de residuos sea menor. Los posos de café, las colillas, las servilletas y elementos sólidos similares deben ir al cubo de la basura.

En primer lugar, debemos evitar utilizar los desagües domésticos para la retirada de elementos sólidos. Son para residuos líquidos y la presencia de sólidos solo dificulta el tratamiento de aguas residuales, además de aumentar la contaminación del entorno.

No obstante, el hecho de que hablemos de residuos líquidos tampoco implica que todos los líquidos sean residuos que debamos retirar desde aquí. Hay algunos categorizados como peligrosos o contaminantes como el aceite de cocina utilizado, la pintura, los jabones no biodegradables, disolventes, etc.

Debemos cerrarlos en un recipiente adecuado y proceder a un reciclaje oportuno en función de la naturaleza del producto que se trate.

Por último, podemos reducir también el uso de materiales que cuenten con productos contaminantes en estado líquido. Por ejemplo, si bien la lejía es un producto de limpieza efectivo, algunos de sus componentes pueden ser dañinos para el medio ambiente según el producto en cuestión.

Algunos jabones y geles también cuentan en su composición con elementos contaminantes que los hacen poco recomendables.

Lo ideal es escoger productos respetuosos con el medio ambiente, ecológicos y cuya retirada incluso en estado líquido suponga el menor impacto posible.